Amanece

amanece,
y apenas el sol, tímido,
va descongelando la escarcha
y va encendiendo,
una a una,
esas gotas de rocío;
a tientas,
como fruto de la noche
crecieron, armoniosas,
asidas al filo de las hojas…

… ahora brillan,
como una sementera
de perlas y de luces:
si las tocas,
mueren;
si las contemplas,
resplandecen…

… no arden,
pero se evaporan
y se consumen,
regalando una belleza
que no puede engastarse
ni en el oro,
ni en la piedra,
ni en la prisa…

… así son las
miradas del Amor
que nos llama,
con amor,
a darlo todo
para darnos todo…

“… Jesús lo miró con amor y le dijo:
‘sólo te falta una cosa:
ve, vende lo que tienes
y dalo a los pobres;
así tendrás un tesoro en el cielo;
después, ven y sígueme’…” (Marcos 10,21)

(… la “rosa sin por qué” vive de una mirada de amor que la invita, gratuitamente, a darse toda… con el Evangelio de hoy, San Marcos 10,17-27…)