Absorto y replegado sobre mí mismo

… absorto y replegado sobre mí mismo, encerrado y crispado como puño amenazante, retraído y endurecido siempre al acecho… ¡basta!… no se aguanta el aislamiento, no estamos hechos para el distanciamiento, nos enferma el confinamiento… ¡basta!… ¡aquí estoy, Señor!, doblado como un signo de interrogación que espera la respuesta al ritmo urgente del deseo tan tirano… ¡endereza mi pregunta y hazla un signo de admiración agradecida!… ¡aquí estoy, Señor!, hueco como la palma de la mano, hecha un cuenco para recibir el agua sin demora… ¡distiende mis dedos de mendigo ansioso en un ágil gesto de baile y alabanza!… ¡aquí estoy, Señor!, curvado como un anzuelo que busca afilado con su seguridad de acero la presa tangible como pago justo a su esfuerzo tenso… ¡ablanda mi rigidez en el suave mecerse del sedal sobre las olas!… ¡aquí estoy, Señor!, ¡ayúdanos y ayúdame!… ¡auméntanos la fe, la alegría y la paz de tu Misterio!… la #rosasinporqué pide crecer en el don de la fe y de la gratuidad, y nada le resulta imposible… ¿cuáles son las consecuencias de este prolongado aislamiento en tu familia?, ¿qué haces para no quedarte “encerrado” y “replegado”?… (con el Evangelio de hoy San Mateo 17,14-20)…