¿Quién busca a quién?

¿Quién busca a quién?
¿Soy yo y mis sueños,
y mis necesidades insatisfechas,
y mis heridas abiertas,
y mi alma sedienta?
¿Eres Tú y tus Sueños,
y tu Misericordia ilimitada,
y tus Llagas expuestas,
y tu Trinidad de fiesta?

¿Quién encuentra a quién?
¿Es el Amor que quiere abajarse,
encarnarse, embarrarse,
que busca un vientre maternal,
abierto a todo misterio,
para empezar a crecer?
¿Es la Misericordia que necesita una orilla,
que busca una playa en espera
desplegada ante el mar infinito,
para hacerse una ola?

¿Quién hospeda a quién?
¿Es la Verdad que busca una duda
en la cueva de una frente,
para nacer en el frío?
¿Es el Camino que busca una ausencia
en la oquedad de un corazón,
para iniciar una historia?
¿Es la Vida que busca una lágrima
rodando por la mejilla
para encenderla por dentro?

¿Quién permanece con quién?
¿Es mi ansiedad que busca una ruta clandestina
por el agua y el desierto, por alto y lo bajo,
para llegar a los pobres y quedarse con ellos?
¿Es mi esperanza que busca corazones vacíos
con rutina de engaños para ensoñarlos sin fin?
¿Es mi confianza que busca miradas cansadas
con desencantos instalados para encantarlas al fin?

¡Búscame, Señor,
para que te busque!
¡Encuéntrame, Señor,
para que te encuentre!
¡Hospédame, Señor,
para que te hospede a Ti y a mis hermanos!
¡Permanece en mí, Señor,
para que permanezca en Ti y con mis hermanos!

(… la “rosa sin porqué” comienza el Adviento preparando el corazón con la gratuidad para el encuentro prometido… con el Evangelio de hoy, San Lucas 21,25-28.34-36…)