Ven, confianza

¡Ven, confianza,
almácigo del abandono,
y establéceme allí
donde la certeza de las cosas,
la seguridad de las situaciones,
la coherencia de lo vivido
y las expectativas del mañana,
no dependan de mí
sino del amor que recibo!

¡Ven, abandono,
plenitud del amor y del servicio,
y abandóname en la confianza,
donde la economía de la ternura,
palabras, miradas, caricias y abrazos,
va administrando mi andar,
sin intereses de codicia,
ni déficit de sueños y poesías,
para el bien de la Comunidad!

(… la “rosa sin porqué” sabe de la confianza y del suave abandono por vivir en la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Lucas 5,1-11…)