Hacer el bien

Hacer el bien,
abuenar las cosas,
abuenar las relaciones,
abuenar las situaciones,
llegar al corazón,
dejar el bien en las personas
por adentro y por fuera.

Prestar atención,
recibir o salir a buscar,
mirar y ser mirado,
saludar y respetar,
acompañar sin invadir,
estar sin molestar,
escuchar sin interrumpir.

A veces,
en el oasis,
arañando la tierra,
blanda,
nuestra, conocida,
sin encontrar
agua.

A veces,
en el desierto,
sin buscarla,
el agua brota,
sola, libre,
abundante,
de la roca dura.

Hacer el bien,
en los oasis,
en los desiertos,
y saber esperar,
con paciencia.
A veces, nada;
a veces, agua.

Hacer bien el bien,
siempre con alegría,
sonriendo,
sin apuros,
sin quejas,
sin reclamos,
con delicadeza.

Abuenar,
en la Iglesia, rezando;
en la calle, acompañando;
en el trabajo, compartiendo;
en la familia, estando;
en los amigos, disfrutando;
en soledad, ofreciendo.

Señor, ¡abuéname para que abuena!

(… la “rosa sin porqué” gracias a la gratuidad es capaz de abuenar allí donde se encuentra… con el Evangelio de hoy, San Lucas 14,1-6…)