Te encuentras con personas especiales y extrañas, les pasó casi lo mismo que a ti

… te encuentras con personas especiales y extrañas, les pasó casi lo mismo que a ti, viven lo mismo que hoy te toca vivir a ti… parecen iguales a todos, pero son distintas… siempre están desbordantes de alegría, de esa alegría de adentro que contagia sonrisas y siembra paz… no de aquella otra, chabacana, de la grosería y la risotada… no son trovadores caza fortunas, embaucadores sistemáticos… son soñadores de ojos abiertos, no hablan por hablar, no sonríen por sonreír, le cantan a la vida, viven bajo las estrellas… sus voces siguen resonando en tu corazón perplejo, ¿quiénes son?… algo ocurrió, entonces, en Jerusalén y en tantas otras Jerusalenes de hoy… algo tan especial y extraño que hizo que el pánico se convirtiera en coraje, el dolor en dicha, la derrota en triunfo… son los testigos de la Vida, testigos de una Presencia que inflama los corazones, portavoces de una forma de ser y de vivir que atraviesa la muerte… son los testigos que, con su vida entregada de mil maneras y en muchos tiempos y lugares, te abren los ojos, te inquietan, te cautivan… cuando les ves y les escuchas, aflora tu esperanza y vuelves a vivir, a sonreír, a soñar… la #rosasinporqué es testigo de la gratuidad, de tal manera que no hay tormenta ni espinas que le impidan la alegría… ¿te dejas interpelar por los testigos de la Vida y de la gratuidad?, ¿tratas de contagiar a los tuyos la alegría que anida en tu corazón o sólo les trasmites preocupaciones y lamentos?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 16,9-15)…