… “yo” y “yo”, y nadie más que “yo”… si, también, “ella” y “el”, y por decantación “ellos”, pero primero “yo”… individualismo reductivo que adopta mil formas camufladas, desde el más indiferente materialismo al más exquisito subjetivismo fariseo, desde el más adictivo consumismo al más empalagoso narcisismo del poder… encriptado en el “yo” se vive frente al “espejo” que repite lo que se le pone enfrente, pero que se lo ve deformado por el “yoismo”… nunca un “tu” y un “nosotros”, jamás una “ventana” por la cual asomarse a la realidad… ¿es posible una liberación de tal opresora esclavitud sin rejas ni cadenas?… si, sin embargo, la anestesia en la que vives suele ser letal… pero basta un instante para “salir” de ese encierro… quizá en el momento no parezca así, porque queda mucha huella y peso de lo que pasaba en el camino, mucha fatiga y no pocas dudas… pero, inclina con humildad tu cabeza, ¡vuélvete en un instante a tu Padre y persevera a pesar de las impresiones!… insiste, sin más, ablándate el pecho suplicando “¡apiádate de mí!”, y reconoce “¡soy un pecador!”… los que ideologizan con el individualismo no quieren que abras los ojos y veas la realidad… pero deja a tu Padre la originalidad de tu vida, jamás Él hará una fotocopia… la #rosasinporqué eleva cada día una oración humilde desde la gratuidad, y se encuentra siempre con “túes” y “nosotros”… ¿a quién le rezas?, ¿cómo combates el pegajoso individualismo que patina en fariseísmo?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 18, 9-14)…