… un día te enteras que la vida de un ser querido está en peligro… la muerte parece anticipar su visita, y recurres como “funcionario” a la súplica para que se aleje: “¡Señor, baja antes que mi hijo se muera!”…¡un hijo!, su vida tu vida… la serenidad de Jesús invita a la confianza, pero desconcierta: “¡vuelve a tu casa, tu hijo vive!”… ¿qué medico es éste que diagnostica a distancia?, ¿serán ciertas sus palabras?, ¿regresar así nomás dándole crédito a quien aparentemente no acredita para nada?… osada decisión de fe, no de una edulcorada resignación pseudo religiosa: “el hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino”… salen a tu encuentro voces que no suponías: “le anunciaron que su hijo vivía”… ¿cómo es posible?, ¿a qué hora fue la mejoría?… “ayer, a la una de la tarde se le fue la fiebre”, te avisan… “¡ayer!”, cuando parecía que moría… “¡a la una de tarde!”, después del mediodía cuando ya no se espera ni fiesta ni vida… “el padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: ‘tu hijo vive’, y entonces creyó él y toda su familia”… ya no eres más el “funcionario”, o un “hombre”, sino el “padre” de familia… la #rosasinporqué valora la vida, por eso reza, suplica y la cuida… ¿eres más funcionario que padre de familia?, ¿tu fe se contagia y comparte en la familia?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 4,43-54)…