… un día caí en la cuenta que mi vida es un don, un regalo, una posesión gratuita no exigible ni exigida… a partir de ese día soy feliz, ¡muy feliz!… comprendí que, si gratuitamente la he recibido, agradecido he de gastarla y gratuitamente he de brindarla… ¡todo es gracia!, pero nada es gratis… al don recibido, la responsabilidad en vivirlo y compartirlo… tanto amor recibido, tanto desamor ofrecido… tanta presencia no invasiva de tu parte, Señor, para cuidarme, sostenerme, fortalecerme, animarme siempre a soñar… tanta ausencia demandante de mi parte, para llamar la atención y apropiarte, hacerte capricho mío… necesito tu Presencia, tu Tú inagotable y cercano, que llena toda mi existencia, y tu Ausencia, que purifica mis encuentros de toda fibra posesiva… necesito el Día claro en el que brillan los colores y se definen los linderos del camino, y la Noche oscura en la que se afinan mis sentimientos y mis sentidos… necesito la Palabra en que te dices y me digo sin acabar nunca de decirnos, y el Silencio en el que descansa mi misterio y tu Misterio… la #rosasinporqué es parábola de la gratuidad, en ella comprendo el sentido más profundo de la vida como don y responsabilidad… ¿vives tu vida como un don y como una responsabilidad?, ¿das gratuitamente o das vueltas y esperas vueltos?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 10,7-15)…