Trabajar y transpirar

… trabajar y transpirar, amasar el sustento que luego se pone en la mesa… pan que es más pan, es posibilidad de crecimiento, de desarrollo, de comunidad y familia… y, sin embargo, pan que alimenta una vida que se extingue, pan que retrasa la muerte, pan necesario pero insuficiente, que no alcanza, que se acaba… pan del hombre después del pecado, pan en las mesas y en las calles para sobrevivir… ¿habrá otro pan que no se consiga con el esfuerzo sino que se reciba como donación, como regalo?, ¿habrá otro pan que no retrase la muerte sino que anticipe la vida?, ¿habrá otro pan que sea suficiente?… “Yo soy el pan de vida”… Pan bendecido para saciar el hambre de todos, amasado despacio, cocido en el horno de la verdad hiriente, del amor auténtico, del gesto delicado… Pan partido, multiplicado al romperse, llegando a más manos, a más bocas, a más historias… Pan bueno, vida para quien yace en las zanjas, y para quien dormita ahíto de otros manjares, si acaso Su aroma despierta en él la nostalgia de lo cierto… Pan vivo eucarístico, que agrada al Padre y necesita del hermano, Cuerpo de Dios, Alianza inmortal, Presencia sacramental, alimento de los redimidos… “Señor, ¡danos siempre de ese Pan!”… la #rosasinporqué se alimenta del trabajo de sus raíces y de sus hojas, pero sólo la gratuidad alimenta su belleza… ¿qué pan llevas a tu mesa, el que retrasa la muerte o el que adelanta la Vida?, ¿sólo te preocupas por el pan que consigues con tu esfuerzo y desprecias el Pan donado?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 6,30-35)…