Hay en ti, amigo y amiga de la rosa

… hay en ti, amigo y amiga de la rosa, un sentido escondido que gime prisionero debajo de innúmeras servidumbres… hay «algo» que desea espacio, respiro, liberación, ¿qué es?… inventas caminos e ideologías, sueños imposibles, ambiciones de todo tipo, que jamás alcanzarán realización alguna y te sujetarán, constantemente, a un incesante vaivén de frustraciones… ese «sentido» que gime prisionero es algo así como la «puerta de tu corazón», de la vida verdadera, escondida y poco cultivada… es necesario que el amor te encuentre, que el amor te saque de tu encierro, que le amor te marque el ritmo… esto es algo que las madres saben muy bien… “en tus entrañas de amor, madre, me gestaste muy dentro hablándome al oído y escuchando mi silencio… diciéndome que esperabas junto a mi padre tierno y que el mundo al que llegaba podía ser más bueno… que así lo sería si prendido a tu pecho no olvidaba nunca de compartir mi alimento… si agarrado a tu mano conservaba hasta viejo que solo no podría levantarme del suelo… si alzado en tus brazos vería aún más lejos, que ser así amado era todo mi crédito… ¡qué grande, madre, tu amor entero!, para llevar con amor el peso de mi cuerpo y el del ingrato gesto con que a veces vuelvo a recibir lo que soy, sin darte siquiera el vuelto…”… la “rosa sin porqué” es como una madre de corazón inmenso que no se cansa de dar sin esperar vuelto… ¿te cansas de pedir en la oración y te enojas al no conseguir?, ¿sabes dar sin esperar vuelto?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 18,1-8)…