… ¿cómo te llamas?, ¿cuál es tu DNI?, ¿y tu ADN?… ¿es tu nombre hoy el mismo de ayer?, ¿tu DNI sigue siendo el mismo?, ¿cambió tu ADN?… tu nombre es único, como es único tu DNI y como es único e irremplazable el código genético de tu cuerpo… tu ADN es tuyo, de nadie más, es “marca de fábrica inviolable”… no eres una cosa, un algo de alguien, eres ¡alguien con nombre!, eres alguien irrepetible… así cada uno, así cada ser humano, tan grandes desde tan pequeños… tu nombre (tu identidad familiar), tu DNI (tu identificación social) y tu ADN (tu código genético) se te han dado en tiempos distintos, siguiendo ritmos distintos… pero cada uno de ellos están presentes en tu vida desde el comienzo hasta el final y debes mantenerlos unidos sin confundirlos ni dividirlos… es terrible que por salvar el ADN se cambie el DNI, entiéndase “apropiación ilegítima”… es atroz que porque una madre no pueda o no desee dar un nombre propio a quien se está gestando en ella, el número de ADN sea material descartable o congelable… es una barbaridad que por no poder dar un DNI hasta el nacimiento, se desentienda la vida reduciendo el “problema” a “que decidan otros”… para la Biblia todo esto se dice de una manera muy simple: “el cuerpo es templo”… la #rosasinporqué tiene el ADN de la gratuidad en cada pétalo y en cada espina y todo ella es, con pétalos y espinas, hermosa… ¿cambias de nombre, de DNI y de ADN según las necesidades y conveniencias?, ¿sabías que se han escuchado latidos del corazón de un embrión de 9 días?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 2,13-25)…