… ¿salvarte o que te salven?, ¿salvarte de qué y para qué?… se supone que existe un peligro que acosa tu existencia y del que quieres salvarte, que pretende arrebatarte algo precioso que no quieres perder… y tu deseo es correr para salvarte, ir más rápido… ¿pero adónde?, ¿tan «rápido»?… supones que estarás seguro si “añades”, si “juntas cosas”, una cosa sobre otra, si ganas más, si haces más, si logras más… necesitas esas «manifestaciones», siempre exteriores a ti, que te den una certeza que tu corazón no alcanza y se fatiga por conquistar… pero por ahí no va lo cosa… ¿quieres ser poeta?… canta sin aguardar los ecos, porque si cantas pensando en ellos jamás abrirás la boca… ¿quieres en verdad salvarte?… pues deja que la gratuidad te levante y te lleve… Quien que te ama sin medida te quiere feliz, y nada pide de ti… tan solo que, siendo como un niño pequeño y necesitado, te dejes ayudar… te hallas aún encadenado a un muelle en medio de la tormenta y con el agua agitada… tu nave golpea una vez y otra vez contra el muro y, sin libertad, acabará por hundirse… ¡suelta esas amarras y verás!… la #rosasinporqué se deja ayudar gratuitamente en todo, sabe que sola no puede salvarse de las tormentas… ¿te dejas salvar o pretendes salvarte solo por tus esfuerzos, acciones y méritos?, ¿de qué te quieres salvar?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 19,23-30)…