… receptividad fecunda, apertura, capacidad para engendrar, para maternizar… la gratuidad necesita de esta receptividad del corazón para arraigarse en la vida… la gratuidad necesita de esa “acogida sin reserva” que llamamos “escuchar”… no se llega a ser agradecido en la vida si no hay un reconocimiento sincero del don como don… por eso los “regalos” no se piden, se reciben… soberbia permanente ésta de de reclamar derechos sin haber caído en la cuenta que todo lo tienes “dado” y “prestado”… a pesar de la tentación y de la duda, a pesar de la impresión de «perder el tiempo», la actitud primera, la más fecunda, parte del silencio y de la atención y de la escucha… la gratuidad es receptividad, acogida y abandono… siempre en la confianza, con la conciencia de la presencia de quien te dona que no desaparece jamás… es posible que nos veas más allá, no interesa tanto esto cuanto la sencillez de la apertura fecunda del corazón… es preciso regalar a Dios y a quienes te aman bien aún lo que tienes por inútil… es preciso callar aunque no resuenen los ecos soñados… la receptividad siempre está, no la clausures, no la cierres, no te cierres… la gratuidad que acoge no es mañana, es ahora… la #rosasinporqué es pura receptividad, es suave y confiado abandono, por eso todo lo materniza con la gratuidad… ¿te dejas regalar?, ¿escuchas la Palabra y la practicas?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 11,27-28)…