Olor a pan

… olor a pan,
recién horneado;
reflejos del sol temblando,
en los balcones de las nubes mañaneras;
el frescor de una brisa húmeda,
acariciando las mejillas;
la música callada de la noche,
que hizo bailar los plateados eucaliptus;
el canto de los ángeles,
porque comienza una Misa…

… todo me anuncia vida,
fiesta y familia,
¡y me basta!…

… no puedo saborear
todo el pan que quiero;
no pudo contemplar
el sol de frente;
ni vivir sumergido
en el fondo de las aguas;
ni pulsar con mis manos
la sonora compañía de la noche;
ni perfumar de fiesta
todos los caminos ajados de la vida;
ni adelantar un solo segundo
el brindis de todo el universo en una Misa…

… ¡me bastan los rumores
que te acercan y te esconden!…
… me bastan, Señor, ¡tus rumores!…

“… Yo soy el pan vivo
bajado del cielo…” (Juan 6,51ª)

(… la “rosa sin porqué” percibe los rumores de la vida y certifica la presencia de la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Juan 6,44-51…)