… nacido nuevo de aquel encuentro inolvidable y fascinante, mi barro sustancial fue amasado con tu ejemplo… tomado de tu mano aprendí a caminar sin muletas ni camillas… mis oídos se abrieron al silencio y, superando la sordera, escuché palabras preñadas de consuelo y de alegría… mis ojos comenzaron a ver las cosas y las personas desde adentro y descubrí que no existe nada descartable ni nadie perdido… cuando lavaste mis pies para que fuera tu amigo, me enseñaste la dimensión del servicio… y para que nada de esto pasara al olvido, me prometiste tu Espíritu que todo me lo recordaría… y, como si fuera poco, sobre mi barro sustancial soplaste tu Vida adornándome de pélalos como lenguas de fuego para que encendiera yo otros fuegos… y, así, como un niño pequeño que sólo balbucea la lengua materna, esa del amor desinteresado y gratuito, vivo sin vivir en mí anhelando abrazos de mis hermanos y el tuyo final… la #rosasinporqué celebró Pentecostés… ¿quién eres?, ¿dónde habitas?, ¿en qué se van tus días?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 20,19-23)…