Muerte muerta, ¡no pudiste soportar la Vida!

… muerte muerta, ¡no pudiste soportar la Vida!, ¡no aguantaste tanto Amor!, ¡no quisiste quedarte sola!… en un abrazo quedaste vencida, un beso te doblegó, una lágrima te enterneció… ¡de ser noche pasaste a ser aurora de la Vida!, tu vocación es ser puerta… ¿enemiga o hermanita?… Alguien me enseñó a no temerte… entonces, cuando vengas a buscarme, hermanita, te vas a llevar un sorpresa: ¡no vas a encontrar nada!… porque mi Señor me enseñó a darlo todo, a no guardarme nada… “… vida vivida que no temes morir si así fuera hasta mil muertes, para mostrar que la vida se hace ‘a muertes’… no es que tenga que morirse ya a la vida, ni vivir pensando sólo en muerte… yo no busco hablar de muertos, sino muertes… muertes que matando nos dan vida… vida, vivida y para siempre… muertes que no son pura desgracia, sino gracia alcanzada por la Vida que no esquiva tragar su gusto fuerte, pues confía que en sus muertes hay más vida como fruto que madura y perdura para siempre…”… la “rosa sin porqué” sabe de inviernos, pero más sabe de primaveras floridas… amigo, amiga, de la rosa, hoy no te dejo preguntas: ante la muerte, silencio y respeto… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 24,1-8)…