… la primavera ha llegado sin tu permiso… la naturaleza vive un cambio asombroso, radical… los animales que llevaban todo el invierno encerrado en su caparazón o invernando, salen de nuevo… las yemas de los árboles se hinchan y se abren dando paso a hojas o a flores… las semillas que estaban dormidas en el suelo durante meses despiertan, germinan y brotan… los pájaros, hasta ahora tristes, construyen sus nidos y se preparan entre cantos para la reproducción… todo se “altera”, todo parece despertar, brotar, surgir, renacer… ¡una explosión de vida!… las condiciones de luz, humedad y temperatura afectan a todos… pero es probable que cada vez nos afecten menos a los humanos… hay una carencia que los psicólogos infantiles nombran como trastorno “por déficit de naturaleza”, un síntoma del estilo de vida actual… es parte de ese caparazón que nos vamos haciendo para sentirnos menos afectados por lo que pasa a nuestro alrededor, no sólo en las relaciones con el medio natural, lo cual es evidente, también en nuestras relaciones personales y sociales y con Dios… no nos dejamos afectar, alterar… ¡déjate afectar, alterar!… “alter” significa “otro”… no existe verdadera vida humana sin “alteridad”… ¡pobre aquel que se no se “altera” ni “altera”!… porque sería un síntoma que ya no tiene ni corazón, ni deseos, ni sueños, ni misericordia… en esta nueva “primavera de la gratuidad”, la luz debe ser tu fe renovada, la humedad tu esperanza que acompaña y la temperatura tu caridad encendida… la #rosasinporqué se “altera” y no permanece indiferente a los cambios de estación, la primavera la llena de vida en la gratuidad asumida y vivida… ¿te dejas “alterar” por las personas y los acontecimientos o permaneces impávido?, ¿qué flores nuevas abrirán en ti en esta primavera?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,9-13)…