… la naturaleza es implacable, el hombre oscila entre la justicia, la misericordia y la indiferencia, Dios es misericordioso siempre… nuestros abuelos, que algo sabían, decían: “Dios perdona siempre, los hombres algunas veces, la naturaleza nunca”… el fuego desatado en incendio no distingue si en una casa hay un inocente o un malvado, el agua descontrolada en inundación no sabe si quien se ahoga es bueno o malo… a los males que padeces, aunque los hayas desatado tu, los juzgas como castigo, mala suerte o infortunio… siempre los otros son los responsables, y el Otro tiene algo o toda la culpa… no sembraste y aguardas la cosecha… aguardas grandes cosas, esto o aquello, pero la verdad es que nunca llegan… ahora, sin embargo se dibuja una oportunidad desde la humildad, el arrepentimiento y la penitencia… no aguardes ni imagines compensaciones, ni felicitaciones, ni aplausos… prepárate para la prueba que no admite excepciones… la hora presente sabe a «pena», a angustia, en un mundo donde la falsedad ha fijado su apresurado domicilio… la verdadera vida comportará la desilusión, que esto no te asombre… confía, porque siempre el bien es mayor… la #rosasinporqué persevera en la confianza a pesar de la incertidumbre, la gratuidad la lleva al arrepentimiento y a la penitencia… ¿desligas permanentemente culpas y te consideras una víctima?, ¿asumes la responsabilidad y las consecuencias de tus decisiones y acciones?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 21, 33-46)…