… “caminante peregrino”, escucha en el «silencio»… aprende a «escuchar»… sin forzar nada, sin reclamar nada, sin aguardar esta o aquella respuesta… deja a un lado esa insistente fantasía o las expectativas de lo que sea… simplemente, «sin modo» y «sin por-qué»… atención serena y escucha en la paz… no te agites, no corras… ¡presta atención!…
… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amigo, hay mucho que oculta, pero también manifiesta y revela que es más allá… o, desde luego, más aquí… pero sin presionar… sin «por esto» o «por aquello»… deja una y otra vez… no importa que tarde… aprende que el silencio es palabra de amor prolongada…
… es verdad, deseabas que fuera ya, ya mismo… pero no es ya mismo porque es «mucho más»… eso tan grande no cabe en tu impaciencia ni en tu porfía por hacer y porque te oigan los unos o los otros… ahora: ¡silencio… silencio porque ya está… ¡tu Señor ya está en tu corazón!… ¿quieres algo más?…
… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, silencias los ladridos de afuera y los rugidos de adentro… para prestar atención, escuchar, a Quien tanto te ama y está en tu corazón… deja que el Silencio venga en tu ayuda… aliméntate con la Verdad del “pan del día”, (Marcos 12,35-37: “… la multitud escuchaba a Jesús con agrado… ”…)