… el obrar desgajado del ser, se seca y muere… el obrar sigue al ser, injertado en la realidad, “es”… sólo en Ti, Señor, mi cuerpo es mío y es de todos, es flexibilidad del junco o tensión justa de arco o de guitarra… sólo en Ti, Señor, mi razón se despega de mi saber de andamios y mi “no saber” brinca con júbilo de niño por la llanura de tu porvenir… sólo en Ti, Señor, los huéspedes de mi memoria, alojados en ella para siempre, alegran su rostro endurecido, o disuelven con ternura sus halagos de nostalgia… sólo en Ti, Señor, mi fantasía descansa como brasa en la ceniza, o es incendio creador con los pinceles de la llama en la tela de la noche… sólo en Ti, Señor, mi corazón se unifica mientras una muchedumbre de nombres y de fechas me recorren por dentro, me agreden o me abrazan… sólo en Ti, Señor, mis decisiones cotidianas son siempre de vida, cuando son agua pura en la roca, o barro que se arrastra herido hasta el lago de tu Casa… sólo en Ti, Hijo del hombre, Dueño y Servidor de todo y de todos… ¡sólo en Ti!… la #rosasinporqué tiene sus raíces en la gratuidad, así es siempre dueña y servidora de la alegría y de la vida… ¿tu obrar es coherente con tu ser, con quien eres?, ¿desgajas tus acciones de tus valores y principios?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 6,1-5)…