Desde lo de Caín y Abel, la humanidad se ha encontrado con miles de historias de envidias y de celos

… desde lo de Caín y Abel, la humanidad se ha encontrado con miles de historias de envidias y de celos… “que tú tienes más”, “que lo haces mejor”, “que te quieren más a ti que a mí”… Caín solucionó el asunto sacándose de encima a su hermano, matándolo… y al momento de rendir cuentas optó por lo más frecuente: encubrir el mal con más mal… fue mezquino, envidioso y asesino… es la génesis de un espiral que no tiene final… es que todos somos responsables de todos y no hay causa que justifique la despreocupación… se cuenta que Caín se volvió loco porque no tenía con quien hablar… al matar a su hermano nadie volvió a decir su nombre y terminó por no saber quién era él… es imposible vivir sin que alguien te diga que existes, que te acepta, que te quiera… será difícil que este mundo sea diferente si no conocemos a los que como nosotros también quieren vivir… cuando conozcas a alguien, atrévete a mirarlo a los ojos diciéndole: “me importas”… y no digas que porque no sabes quienes necesitan algo entonces puedes quedarte y disfrutar con lo que es tuyo sin importarte nada… no importa quien haga el bien si es el bien el que se hace, que para hacer el bien no se necesitan credenciales ni diplomas de ninguna especie… si no conoces a tus hermanos y no sabes lo que necesitan es porque no quieres… la #rosasinporqué no es indiferente ante la necesidad, no necesita pedir permiso para ayudar, la gratuidad le evita la mezquindad… ¿te desentiendes con facilidad cuando hay que dar una mano?, ¿discriminas entre quienes ayudan por su apellido o capacidad y solvencia?… (con el Evangelio de hoy San Marcos 9,38-43.45.47-48)…