Deja de jugar a los agrandaditos

… “caminante peregrino”, no permitas que las «informaciones» hagan de tu peregrinación un «ir y venir» sin sentido… no preguntes demasiado ni consultes con exceso… tal vez, cuando preguntas demasiado, las respuestas tan diversas acaben por provocar el descarrilamiento que querías evitar… la «seguridad» nunca es completa, ni puede buscarse por sí misma… ¡vale la pena correr un sano riesgo cuando te ejercitas, con buena voluntad, en discernir!…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, no, no hallarás esas respuestas satisfactorias que te hagan «respirar» satisfecho en los ámbitos menores o en los pasos más exteriores… tampoco faltes el respeto formulando consejos «arrolladores», no te disfraces de sabihondo capaz de opinar de cualquier cosa… ¡tantas veces es preferible callar… o recibir con afecto del corazón a quien quizá te interrogue sobre lo que no sabrás decir!…

… ¡cuánto importa la delicadeza y la dulzura en estos casos y siempre!… en realidad, ¿no eres uno de los más pequeños, casi un niño?… ¿o eres de los grandes que ya lo saben todo?… no olvides que el peregrino es un luchador que atraviesa el «caos» con la confianza de los niños… que no haya compensación en estos caminos, sino en los brazos en que te abandonas… la síntesis entre esta firmeza de corazón y la mansedumbre se llama confianza filial… tienes un Padre que te ama y cuida…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te vuelves innumerablemente niño para confiar estando suavemente abandonado… para llagar a las Navidades tendrás que convertirte… deja de ser grande, deja de jugar a los agrandaditos, deja de ser un grandote y un agrandado… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 11,11-15: “… el más pequeños en el Reino de los cielos… ”)…