De tu compasión por un pueblo

De tu compasión por un pueblo,
que se encontraba abandonado,
que caminaba disperso,
que vivía indefenso,
“como ovejas que no tienen pastor”,
nació el pedido de oración
para que el Dueño de todo
enviara trabajadores
que levantaran la cosecha.

¿Qué fruto ha llegado a sazón,
si se encuentra todo diezmado?
¿Qué ha sido lo sembrado
que debe ahora ser cosechado?

Deseos,
sueños,
esperanzas.
En los surcos,
en las heridas
de la vida.
Semillas
que han crecido,
luchando,
trabajando,
rezando.

Entre piedras,
en tierra pampa,
en toda la geografía
del corazón humano.

Jesús de Nazareth,
pobre y humilde,
Hijo de Dios,
hijo del carpintero,
Tú que nos envías
sin nada en la mochila,
concédenos, a todos,
la gracia inmerecida,
gratuita y adquirida,
de llegar a tu pueblo,
por la “puerta pequeña”
que nos abaja,
y por el “sendero estrecho”
que nos despoja de la escoria
pegada a los costados,
por donde pasa ahora,
entre nosotros,
la Novedad alegre
de tu Evangelio,
que va reconciliando,
¡qué escándalo!,
el lobo con el cordero.

(… la #rosasinporqué es enviada por la gratuidad a los que se encuentran extraviados y abandonados… con el Evangelio de hoy, San Mateo 10,1-7)