… aprende a recibir y a admirarte, que lo que no se alcanza, siempre viene a ti… mucho ruido distrae y te lleva a otra parte, lo que no se percibe ha penetrado por otra puerta inimaginable… confía y tendrás lo que aguardas… mucho es lo que te preguntas, quizá sea bueno acallar esa tensión propia de la curiosidad y del afán de poseer y dominar… la oración verdadera y profunda se da más allá, que es más aquí, del campo de percepción habitual… porque, en efecto, el corazón no ora tejiendo conceptos o discursos, ni «copiando» los dichos de otros, por más elevados que sean… el corazón ora en silencio en la misma medida en que recibe y acoge a la gratuidad en su única profundidad… quisieras «atrapar» palabras y actitudes, tal vez utilizarlas empleando no sé qué dominio que pretendes sobre ellas… quisieras, en suma, oírte, percibir ecos tuyos y sumergirte en el mar de tus sentidos para merecer el título de «orante»… pero por allí no es, deja latir el corazón, y orarás diciendo Papito… la #rosasinporqué reconoce su pequeñez, por la gratuidad sabe que recibe aquello que necesita y pide con sencillez… ¿sabes pedir con humildad y constancia?, ¿te esfuerzas por convencer a Dios de lo que necesitas pensando que Él no lo sabe?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 11,1-13)…