… a la pregunta por “lo que debes hacer” para ser feliz se te respondió “ser prójimo”, ser cercano para entonces “ver con el corazón” y obrar en consecuencia… a la inquietud de “cómo” hacer las cosas se te indicó que “escuchando a la gratuidad” y no agitándote en mil detalles o preocupándote obsesivamente en solo cumplir… y al deseo de aprender a comunicarte con Dios se te dice que digas, que balbuces, “Padre”, es decir que seas como un niño… la tiranía de la agenda se te impone cuando te encuentras mirando el reloj para poder ajustar con precisión siete citas, cuando dar un paseo o tomar unos mates te parece estar desaprovechando el tiempo, cuando lo urgente se come a lo importante, cuando las tareas te impiden dedicar tiempo a las personas, cuando Dios no consigue entrar ni con calzador en tus días apretados… aprende cómo se va a ese país que está más allá de toda palabra y de todo nombre, pero aprende a orar de este lado de la frontera, aquí donde se encuentran estos bosques… necesitas que el Padre te abrace, necesitas que Él enternezca y mueva tu corazón… necesitas que tu afectividad se purifique de tantas grandezas inútiles… necesitas que se liberen tus manos de tantas cosas y que se limpie tu mirada… necesitas llevar al Padre a tantos que han enloquecido por orfandad para que se sepan amados, recuperen la cordura y se sanen… la “rosa sin porqué” sabe que nunca será huérfana, la gratuidad le permite cada mañana encontrarse desde la oración con el “Padre”… ¿sabías que orar no es difícil sino imposible si lo intentas tú?, ¿eres un adulto charlatán en la oración o un niño que se deja abrazar por su Padre?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 11,1-4)…