Cuando se habla de “servicio”, muchas veces, sólo se piensa en las “manos que trabajan y ayudan”

… cuando se habla de “servicio”, muchas veces, sólo se piensa en las “manos que trabajan y ayudan”… pero también se “sirve” con las “manos y las rodillas que rezan”, con el “corazón que ama y que espera”, con los “ojos que contemplan y que sueñan”… es un error reducir el “servicio” a lo meramente material… el servidor no es un esclavo, ni un empleado, ni un “dominado”… el servidor es aquel que posee una disposición y una actitud de entrega gratuita en aquello que hace por los demás… el servidor no anda atrás de los aplausos, ni de los reconocimientos… el servidor todo lo que desea es servir, ser útil en algo al otro… por eso el servidor que vive en el ritmo de la gratuidad no se queja, no se lamenta, no hace problemas… al contrario, termina su jornada agradeciendo el haber podido “estar al servicio”… no pierdas la música de la gratuidad, valora lo que siempre está en tu corazón, porque ese es el perpetuo respirar de tu vida, donde nada se pierde… eres libre, lo fuiste siempre, aunque tantas veces te descubrieras perplejo por la falta de comprensión de tu ambiente… tu vocación de servicio no está determinada por lugares comunes, ni por reglamentos, sino por la gratuidad… la #rosasinporqué es una humilde servidora de la gratuidad, todos los días agradece este don de pensar y estar por los demás… ¿vives en disposición y actitud de servicio desinteresado?, ¿te quejas, te lamentas y reclamas compensaciones por tu entrega?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 17,7-10)…