Vives inmerso en una dinámica de consumo basada en desear algo

… vives inmerso en una dinámica de consumo basada en desear algo, satisfacer ese deseo, y volver a tener otro deseo para repetir esta secuencia, no hasta la saciedad -que nunca llega- sino hasta el infinito… si el placer se reduce al paso entre no tener algo y conseguirlo, al efímero instante entre dos deseos, ¿cuándo disfrutas de lo que tienes?… ¿es tan difícil distinguir entre lo necesario y lo prescindible o sustituible, por muy deseable que sea?… el amor no es “algo” que se “use” o se “consume”… por eso la fidelidad no es solo un sistema efectivo de supervivencia para mantener una familia unida, tampoco un valor de otro tiempo ni la resaca de una primavera pasada… en el amor verdadero no hay “sustitutos”… incluir variables en la difícil ecuación de las relaciones solo lleva a alterar el resultado y las consecuencias son desastrosas, sobre todo para la parte más débil… la fidelidad es la consecuencia de un amor profundo y libre que busca darse y entregarse a la otra persona sin cálculo… la infidelidad, por mucho que sea pactada y mutua, contradice el verdadero significado del amor y crea un profundo dolor… porque el amor, con mayúsculas, implica la relación generosa e íntima entre las personas capaz de soportar de las vicisitudes y el paso del tiempo para crear algo nuevo y bueno para todos… la #rosasinporqué vive fielmente enamorada, la gratuidad le impide compartir al otro como un bien de consumo… ¿vives fielmente enamorado?, ¿qué haces para no dañar ni traicionar a quienes tanto amas?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 19,3-12)…