Velar es mantenerte atento, muy atento, y, a veces, despierto

… velar es mantenerte atento, muy atento, y, a veces, despierto… velar es esperar, aguardar, cuidar… velar es estar preparado y no improvisar… velar es anticipar el encuentro con los deseos, con los gestos… velar es prever los riesgos y no ser necio… tal vez no son las horas ni los acontecimientos que esperabas, y sí son los “regalos” de Dios… muchas veces erras y luego, muy luego, tiemblas por el temor de equivocarte una vez más… pero no ha de ser así, por el contrario, debes confiar y listo… el horizonte nunca se curva y, menos todavía, cuando la esperanza y la confianza te mueven hacia otros destinos… no protestes en vano si se hace larga la espera, es posible que creas que sirve de algo enojarte, y hasta lo intentes con éxito… deja que la falsedad se desmorone bien sola, ¡nada hay donde no hay nada!… el bosque ya no está, tal vez algo aparezca con el viento, pero no, no pierdas tiempo ahora… guarda en tu corazón tus secretos y no pises dos veces el mismo suelo… esperar es avanzar, aunque no te muevas, es seguir el camino… esperar no es quedarte quieto, cruzado de brazos… la #rosasinporqué vigila cada jornada la llegada gratuita de la aurora, la noche no la asusta ni inquieta… ¿sabes velar cuidando lo que amas?, ¿velas esperando el encuentro o temiendo los riesgos?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,32-48)…