Una insinuación, apenas

… una insinuación, apenas, despertó mis sueños más profundos… me llevaste Contigo hacia la altura de ese monte… en el camino, mi corazón latía con fuerzas, mis ojos disfrutaban a más no poder, mis oídos permanecían atentos porque, seguro, algo nos ibas a decir… éramos un grupo de desconocidos el que entonces te seguíamos: no nos unía ni la amistad, ni la condición social, ni una búsqueda laboral… te seguíamos a Ti, Señor, simplemente porque tu persona nos había fascinado, enamorado… era tu Presencia en medio de nosotros lo que nos unía… y, de repente, sin consultarnos, nos elegiste… “¿por qué?”, “¿para qué?”… la alegría del momento me privó de esa obstinada búsqueda de razones para emprender algo en mi vida… no recuerdo, ni siquiera, hacerte dicho “si”… y, hoy, pasados los años, me doy cuenta que no importaba la decisión mía sino la elección tuya, Señor… el “¿por qué?” tuvo su respuesta en el “porque sí”, sin mediar mérito mío ni examen aptitudinal… el “¿para qué?” ya no me interesa, ya que todo depende de “estar Contigo” y dejar que seas Tú y no yo quien emprenda la cosas, y “esa” ha sido y es mi meta… por los “sueños se suspira”, por las “metas se trabaja”… la #rosasinporqué jamás renuncia a los sueños por eso se fija metas desde la gratuidad… ¿sueñas?, ¿te dejas soñar por otro?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 3,13-19)…