Tremenda e incomprensible invitación

… tremenda e incomprensible invitación, Señor, que recibo al estar Contigo ante el abatimiento y el hambre de mis hermanos… “¡dales, Gustavo, tú mismo, de comer!”… sólo tengo en mi mochila cinco panes y dos pescados, pero sostengo entre mis manos el Pan blanco y redondo, traspaso su apariencia y veo en sus entrañas… la tierra que acoge la semilla, el agua que la nutre, el sol que la madura, el aire que la limpia… el trabajo del campesino, el riesgo de la siembra, la amenaza del trueno, la alegría de la cosecha… los sueldos en conflicto, la especulación del precio, los transportes del mercado, los impuestos evadidos… la harina entre los dedos, la levadura que fermenta, la braza en el horno, el amor sobre la mesa… en el Pan blanco y redondo, en lo alto de mis brazos, en el horizonte de tu Cielo, contemplo lo inaudito… tu Amor gratuito y mi esfuerzo, el Todo y la nada, la Eucaristía y mis cinco panes y dos pescados, ¡al fin reconciliados!, la historia humana purificada en el Misterio, el barro perfumado hecho Alimento enamorado… la #rosasinporqué sacia toda hambre con su presencia de gratuidad… ¿te dejas alimentar gratuitamente?, ¿colaboras con la vida eucarística de los tuyos?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 14,13-21)…