Siempre hay que confiar, porque las palabras tardan y la vida suspende su fluir

… siempre hay que confiar, porque las palabras tardan y la vida suspende su fluir… siempre hay que callar, porque las lágrimas hablan y no hay más que decir… siempre hay que anhelar porque la realidad no basta y el presente no trae respuestas… siempre hay que creer, contra la evidencia y la rendición… siempre hay que buscar, justo en medio de la niebla, donde parece más ausente la luz… siempre hay que rezar aunque la única plegaria posible sea una interrogación… siempre hay que tener paciencia y sentarse junto a las losas, que no han de durar eternamente… siempre hay que esperar, sino de nada sirve confiar, callar, anhelar, creer, buscar, rezar, tener paciencia… estás en el tiempo de la espera, de la esperanza atenta, de las búsquedas, de las palabras silenciosas y de los silencios elocuentes… estás en el tiempo de mirar alrededor y descubrir que la gratuidad sigue viniendo… siempre… por caminos insospechados… a tu vida… ahora… sí, espera con confianza, con impaciencia, con inquietud e ilusión… puede ser que no creas, y aún siguas viviendo… puede ser que no ames, y aún siguas viviendo… pero si dejas de esperar, dejas de vivir y ya no tendría sentido ni creer ni amar… la #rosasinporqué no puede vivir sin esperanza, se secaría y marchitaría, por eso la gratuidad todas las mañanas humedece sus raíces de gracia… ¿eres capaz de esperar contra toda esperanza humana?, ¿se marchita y seca tu vida por una esperanza equivocada?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8, 5-11)…