No tienes que aguardar a un incierto «mañana»

… no tienes que aguardar a un incierto «mañana»… la gratuidad está desde “ayer” llamando a tu puerta y penetrando en tu corazón… ¿sabes?… es ella que te espera… no tienes que llenar ningún requisito ni entrar en «plan» alguno… no tienes que cambiar tu nombre, ¡tu nombre es gratuidad!… tienes el nombre nuevo, que sólo conoce el que lo recibe, y que no perderás jamás… ¿quién eres, cómo te llamas?… déjate bautizar en la magnanimidad, déjate nombrar por la gratuidad… ¡un clamor asciende desde lo profundo de tu corazón!… no lo puedes ignorar, tampoco lo puedes definir ni explicar y, mucho menos, reproducir… es una llamado, una vocación que no tiene nombre… se trata de esa «trascendencia» que tanto tienes olvidada, de esa vida esencial cuya puerta está cubierta por las «cuestiones» que te rodean y que pretenden ensordecer… descubre tu «ser» profundo, que, tantas veces, no tiene nombre… el nombre que te interesa es un secreto en Dios y en tu corazón… nada ni nadie te puede apartar de la gratuidad… la «moda» es hablar demasiado, y no decir nada… ama y desea, desea y espera, espera y déjate nombrar nuevo con vocación de eternidad… la #rosasinporqué se deja nombrar nueva por la gratuidad, y desde entonces tiene vocación de eternidad… ¿te dejas nombrar nuevo?, ¿tienes deseos de que el Niño que nace y hace nuevas todas las cosas te salve?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,57-66)…