Grande es el temor que al fracaso, o a la adversidad, asalta a los tuyos

… grande es el temor que al fracaso, o a la adversidad, asalta a los tuyos… y grande ha de ser tu compasión y tu dolor cuando la contrariedad parece triunfar en sus vidas o cuando sufren y padecen en las mil “derrotas” de este mundo… sin embargo, lo que debes contagiarles es la transparencia y la sinceridad en las pruebas, ya que la “severidad” de ciertas horas es innegable… no hay gozo comparable al esplendor de la gratuidad, aún en medio de las dudas que, tantas veces, ensombrecen el andar… Dios te libre y te proteja de los hombres «tristes»… aprende a sonreír y a dejar que una cierta simpatía innata se manifieste en los distintos pasos de tus jornadas… ¿qué pasa en los momentos de opacidad, cuando no se acierta a otra cosa que a llenar formularios y aprisionar al prójimo, según dichos y hechos que lo alejan de la ternura y compasión?… ¡tú vuelve incesantemente a tu morada y a tu corazón!… y desde allí, solo desde allí!, compadécete de tus hermanos y de ti mismo… junto al río de la gratuidad ves correr aguas puras y cristalinas, lo demás no tiene importancia… la #rosasinporqué se compadece de cada sufrimiento y pesar, la gratuidad la preserva de la indiferencia… ¿eres inmisericorde con lo que sufren tus hermanos?, ¿juzgas a las personas antes de ser compasivo o eres compasivo y después disciernes sobre el mal o la situación de tu hermano?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 15,29-37)…