Desolado y angustiado

… desolado y angustiado… líbrame, Señor, de la tristeza… mana desde heridas viejas y desde nuevos golpes repentinos no bastante llorados en lo que tienen de despojo, ni bastante acogidos en lo que tienen de nueva libertad… se infiltra astuta en la mirada y apaga el brillo de las realidades cotidianas… va depositando en la coyuntura de los huesos su rigidez y su torpeza… un aire inasible empapa de desazón indescifrable los recuerdos luminosos… las certezas cálidas de ayer parecen arqueología ajena, esculturas sin nombre en plazas olvidadas… la tristeza se esconde bajo el deber cumplido y la respuesta esperada por la gente… maquilla su rostro con arrugas de ayuno, se disfraza de sensatez que todo lo calcula bien… va doblando las espaldas con el ancho escapulario de los «cofrades resignados», que han visto y saben todo, y ya no esperan nada nuevo que valga la pena celebrar… la tristeza te deja en el alma un residuo de vida usada, te seca la esperanza de preguntas y respuestas ya sabidas de memoria, repetidas hasta el tedio… llora las ausencias y no disfruta las presencias… ¡líbrame de la tristeza, Señor de la alegría!… la #rosasinporqué vive libre de tristeza, la presencia de la gratuidad la inunda de alegría… ¿te permites y te sientes con derecho a una tristeza corrosiva?, ¿infectas a los otros con tus tristezas?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,14-17)…