Que no importa la cantidad ni el tamaño

… que no importa la cantidad ni el tamaño, que los detalles hacen la diferencia, que lo esencial es invisible a los ojos, que todo comienza en lo pequeño e insignificante, que no hay que dejarse llevar por las apariencias… a veces busco en los reflejos lo que sólo el sol puede iluminarme… se cansa el corazón de abrir sobres y presencias, e inútilmente estrujo las discretas claridades que me encienden cada día… a veces exijo al sol que me ilumine lo que ya los reflejos humildes me sugieren… me seco en soledad cansado de retar al Absoluto, y desdeño las pequeñas criaturas en las que llega hasta mis ojos en sus luces cotidianas… ¡y, Señor, no sé bien cómo tratarte!… ilumina este vaivén del corazón confuso que no acierta a distinguir tu incendio de plenitud y las hogueras fraternales… no es “lo grande” lo que contiene, acoge y abraza, sino lo “pequeño” fecundado por la gracia… ¿pretendías escapar de lo “pequeño”?, ¿por qué huyes a lo “grande” y aceptas refugios de ficción?… no te detengas, amigo, en burocracias ni te mires en demasía, ¡acude a donde estás y lo encontrarás todo!… la #rosasinporqué es feliz en el instante tan efímero, la gratuidad le concede descubrir en él la eternidad… ¿buscas lo ostentoso y aparatoso?, ¿eres respetuoso de lo insignificante y pequeño?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 13,18-21)…