Llegar a ser pequeño

… llegar a ser pequeño, eso quiero… extraño ser niño, jugar y saltar, reír y llorar, dejarme regalar, dejarme sorprender, descansar en los brazos de papá, en el regazo de mamá… que la vida entregada, Señor, me vuelva necesitado, frágil, vulnerable… que se vayan como agua del río mis secretos orgullos, mis desmedidas ambiciones, mis rabietas consentidas… que me conmuevan las palabras y los gestos de ternura, los sucesos y los gritos del dolor… ¡cuántos desengaños, traiciones y magulladuras en el corazón con el correr de los años!… ¡cuánta aflicción y abatimiento!, ¡cuánto cansancio!… pero, amo Señor tu sendas, y me es suave la carga que en mis hombros pusiste… aunque, a veces, encuentro que la jornada es larga, muy larga… que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste, que el agua del camino es amarga, muy amarga… que se enfría este ardiente corazón que me regalaste, y una sombría y honda desolación me embarga, y siento el alma triste, muy triste… lo mismo que el cansado labriego, por la tarde, de la dura fatiga quisiera reposar… entonces me miras, me invitas a ir a Ti, y se llena de estrellas la oscura noche que me ganaba… y, nuevamente, detrás de tus huellas, con la cruz que llevaba, me es dulce caminar… la #rosasinporqué descansa sobre el corazón de la gratuidad, y encuentra las fuerzas para la larga jornada… ¿dónde descansas tus cansancios?, ¿en quién encuentras alivio y ganas para seguir peleando la vida?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 11,25-30)…