Escuchas que, unos y otros, llegan y van, van y llegan

… escuchas que, unos y otros, llegan y van, van y llegan… hasta que acabas por preguntarte las razones de tanto movimiento… aunque, en realidad, nada válido gesta el hombre sin quietud ni asiento… la dispersión es un mal de nuestros días y tiene fervorosos seguidores de todo pelaje e inclinación… será por ello que echas de menos tantas cosas profundas que no aparecen en el horizonte y, sobre todo, la ausencia de aquellas realizaciones que pueden desafiar el tiempo y hacerse perdurables para bien de todos… deja de andar de aquí para allá y calienta por fin un asiento… desde luego no sólo físicamente, sino espiritualmente también… no te ocupes tan en exceso de lo que hacen los demás, ni te afanes en imponerles todo eso que antes o después muere… ¡detente!, no te equivoques, respeta, calla, contempla… ya sabes que es necesario “vivir” y volver a lo interior… y más necesario es amar… porque el hombre, que tiene una gozosa limitación, no puede amar en verdad sin quietud… es decir, sin lograr el sentido profundo que le entrega, sin condiciones, su corazón… porque se trata de amar mucho y con todo a todos en todo, no así nomás… sino, no vale la pena amar… la #rosasinporqué ama mucho y con todo, la gratuidad la aleja de todo egoísmo, medida y mezquindad… ¿tratas de amar mucho y con todo en todo a todos?, ¿dónde encuentras la fuente de tu amor?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 22,34-40)…