Cuando crees haber perdido el camino que estaba dando sentido a tu vida y, de pronto, aparece la señal que te da ese respiro y te impulsa a seguir

… cuando crees haber perdido el camino que estaba dando sentido a tu vida y, de pronto, aparece la señal que te da ese respiro y te impulsa a seguir… cuando el horizonte que esperaba anhelante tu llegada se confunde con el mismo azul del cielo desorientando el rumbo y, de pronto, sin esperarlo, en medio de la noche, consigues vislumbrar aquella estrella con su lenguaje particular… cuando el amor con el que cuentas se torna aparente sin saber cómo ni por qué y, de pronto, en medio de la desesperanza descubres que lo aparente era solo tu forma de mirar… entonces, ¡volver a vivir es abrazar esa señal, esa luz, o incluso tu propia fragilidad que, por vulnerable, te acerca más a lo verdadero!… ¡volver a respirar, entonces, es abrazar de nuevo aquello que te da vida, que te hace volver a sonreír!… ¡volver a soñar es contarlo, compartirlo, salir del asilamiento que envenena y mata!… no dejes de abrazarte con quienes amas y te aman… pero sobre todo, o también, ¡déjate abrazar por el Señor de la Vida! siempre presente gratuitamente en cada señal, en cada faro, en cada fragilidad… la #rosasinporqué vuelve a abrazar una y otra vez, en lo cotidiano, en lo más humano, en lo que la hace “sentir en casa”, la vida de todos los días… ¿abrazas la vida en su realidad más concreta o la dejas pasar?, ¿juegas con tus niños, eres atento con tu amada, con tu amado, cuidas los amigos?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 17,1-11ª)…