Vive el soñador en sus sueños

… vive el soñador en sus sueños, el poeta en los techos, el enamorado en el amado… sólo el egoísta queda preso de su ego, sin conocer otro horizonte que el espejo que lo refleja ni otro cielo que el que inventa por los celos… ¿te acuerdas, Señor, de aquel día en que empecé a seguirte sin saber por qué?… eran las cuatro de la tarde, cuando ya nadie empieza nada, cuando el cansancio de la jornada invita a descansar hasta el otro día… y sin embargo, mi vida comenzó nueva y fresca a partir de ese encuentro cuando me preguntaste qué quería… balbuceé, sin saberlo, la pregunta más importante deseando saber dónde vivías… “ven y lo verás”, me respondiste dejando sin respuesta la intriga curiosa de mi corazón apegado a las razones, invitándome así a la confianza y al desapego… te seguí y vi que vivías en aquellos que te cruzaban en cualquier sitio, pobres y ricos, en aquellos dolientes que suplicaban con lágrimas y quejidos, en aquellos que se olvidaban de sí mismos aliviando a los caídos… te seguí y vi que vivías con la mirada en el cielo abriendo caminos para todos aquellos que, como a mí, sin saber por qué, a las cuatro de tarde, les cambiaste la vida… la #rosasinporqué nació nueva un día a las cuatro de la tarde sin saber por qué… ¿ya has tenido encuentro fascinante a las cuatro de la tarde?, ¿dónde vives ahora?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 1,35-42)…