Un día, lo sé

… un día, lo sé,
golpearás a mi puerta,

y saldré a recibirte,
dándote la bienvenida…

... o tal vez, no sé,
te cruzarás en mi camino,

pero no me sorprenderé,
porque te estoy aguardando…

… muerte que das vida,
¡cómo temerte
si eres encuentro y abrazo,
pascua ininterrumpida!…

… muerte que matas,
porque, agazapada,
apagas sueños y deseos,
acechas de noche y de día…

… no quiero la vida egoísta,
participar de mi velorio,
ni acompañar mis exequias,
¡mi vocación es la vida compartida!…

“… que la muerte nos sorprenda
sedientos todavía,
ejerciendo la alegría de crear,
que nos apague cuando
aún estemos encendidos…”
(Santiago Kovadloff)

«… ‘¿por qué buscan
entre los muertos
al que está vivo?;
no está aquí,
¡ha resucitado!’…”
(Lucas 24,5b)

(… la “rosa sin por qué” se sorprende con la vida y vive agradecida… con el Evangelio de hoy, San Lucas 24,1-8…)