Si me amas, ¡apacienta!

… si me amas, ¡apacienta!…
… no te quedes con palabras
que se evaporan como suspiros,
ama dando vida con tu vida…

… pastoreo en la calle,
sumergido en tu Misterio,
en praderas y quebradas de rostros,
expresiones diferentes,
de tu inagotable iniciativa…

… desde los ojos florecidos,
miradas como mariposas
que llevan de pupila en pupila
el polen de la dicha…

… hasta los ojos cansados,
miradas de muchas noches,
que por la experiencia habida
consuelan las desdichas…

… un rumor de eternidad
acompaña el arrastrarse
de tantos pies distintos,
con eco de éxodos bíblicos,
apagados sobre arenas
de desiertos sin caminos,
de mi gente pastoreada,
que caminan o se arrastran
hacia la tierra prometida…

… rebaño y pastor,
siendo “uno” Contigo,
mientras vamos leyendo
el nombre de la calle
en las esquinas…

… esperamos tu caricia
en la pausa obliga
de cada Eucaristía,
… ¡no nos dejes
sin Tu Misa
que moriríamos!…

… si me amas, ¡apacienta!…
… no te quedes con palabras
que se evaporan como suspiros,
ama dando vida con tu vida…

“… Jesús le dijo:
‘apacienta mis ovejas’…”
(Juan 21, 17)

(… la “rosa sin porqué” no se queda con sólo palabras cuando habla de gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Juan 21,1.15-19…)