Necesito

necesito
unos ojos que me miren,
unas manos que me acaricien,
unos brazos que me abracen,
unos labios que pronuncien mi nombre,
un corazón que me ame…

… pero antes necesito
que mis ojos miren a otros olvidados,
que mis manos acaricien a los niños,
que mis brazos abracen a los más débiles,
que mis labios pronuncien innominados,
que me corazón ame a todos…

… necesito
dejar de pensar exclusivamente en mí,
dejar de dar vueltas sobre lo que me pasa,
dejar de ponerme en el centro de todo,
dejar de querer tener siempre razón,
dejar que los demás sean primeros…

… necesito
menos tiempo para mí
y más tiempo para Ti y los demás…

… necesito
que no me necesite a mí mismo,
sólo a Ti, Señor, solo a Ti, sólo a Ti…

… qué bien que entiendo, mi Amigo,
ésa, tu necesidad amante y desprendida,
de cuidar cobijando a los tuyos…

“… ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos,
como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos,
y tú no quisiste!…”
(Lucas 13,34b)

(… la “rosa sin por qué” reconoce sus necesidades, pero la ordena, armoniza e integra desde la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Lucas 13,31-35…)