… mis sentidos están atontados con tanto encierro… encierro de afuera que me impide el contacto con el aire fresco de la realidad, encierro de adentro que me hace adicto a mi ego e ideas y esclavo de mis miedos y prejuicios… y, así, el sentido de tu Palabra, Señor, me es velado porque no veo, no escucho, no siento, no huelo, no saboreo, la novedad inaudita de la misma… mis ojos no aprendieron a verte en medio de la noche, ni mis oídos logran escucharte en los ruidos de la vida… todavía mi cuerpo no percibe tu piel en los saludos y la brisa, ni mi olfato huele tu presencia en el olor de la miseria y mi lengua aún no saborea tu ternura en medio de lo amargo… ¡bautiza mis sentidos para que perciba límpida tu Palabra!, ¡bautiza mis sentidos para que no manipule tu Palabra!, ¡bautiza mis sentidos con el lento discurrir de tu gracia embarrada fluyendo por el barro de mi cuerpo!… la #rosasinporqué no vive encerrada sobre sí misma, la gratuidad la expone al día y a la noche, al viento y a la brisa, al sol y a la lluvia… ¿vives encerrado e insensible a la realidad en sí misma?, ¿desprecias tanto la realidad que vives interpretándola pero no asumiéndola?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 9,43b-45)…