Me hablas, Señor

… me hablas, Señor, de que te irás y ya no quiero escuchar más… ¿puede el amigo soportar la partida?, ¿puede el niño ver irse a papá y a mamá?, ¿puede el enamorado vivir de lejanías?… dices que te vas, pero que te quedarás… ¿qué ida es ésta que la distancia ve vuelve cercanía?, ¿una ida que es venida?… dame, Señor, la sencillez de espíritu, la del alma en madrugada, abierta a todo con grandes ojos niños… no quiero ya mi voz, ni mi palabra vacía… me aburre estar conmigo, tan atento, seguro de una luz que no ilumina, seguro de unas manos que no acarician, seguro de unos ojos que no miran… impotente, sólo, sin hogar y sin familia, ¡ven a habitarme con tu Espíritu de resonancias familiarmente puras y serenas!… dame, Señor, el abandono suave ante el mañana ignoto, comparte otra vez conmigo tu aventura soñada tantas veces en silencio… ¡estás conmigo!, ¡estoy Contigo!, piensen lo que quieran los que ven mi espera y mi sufrir, bien sé yo de tu ternura… hazme a diario un pobre sorprendido de cada hoja, de cada mano abierta, tendida a la noche de mí mismo… viviré así, con tu Presencia ida y tu Ausencia venida, en este amor por la vida, más alegre, más convencido, más testigo, con un verbo, no más, entre mis labios: ¡saberte junto a mí, Jesús!… ¡saberte!… la #rosasinporqué no teme las “partidas”, desde la gratuidad saben que son inéditas “venidas”… ¿cómo vives las partidas?, ¿acaparas y retines o dejas ir y partir?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 16, 5-11)…