… cuántas veces te quejas que el andar de tus hermanos es lento, que no llegan nunca a la hora del encuentro, ni traen en sus manos el cumplir de tu deseo… cuántas veces repites “ya no quiero” tu pan de cada día pues dices que es viejo, ni aceptas la mano a ti ofrecida cuando yaces ya en el suelo… mas ahora que ves perdonar tu torpeza y tu dureza comprendes que no son los otros que no llegan, sino tu el que al paso del amor no llegas… esa falta de paz que bandereas es no aceptar tu caminar tan terco y culpar a los demás de tu andar lento… la “rosa sin porqué” ofrece una paz que no deja en paz, sino que obliga a amar… ¿confundes la paz con el “déjenme en paz” y te sacas de encima los problemas?, ¿te quejas y reprochas continuamente a los tuyos impidiendo una convivencia en paz?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 14,27-31ª)…