Acuérdate de mí

… acuérdate de mí,
que no me acordé de Ti;
acuérdate de mí,
que no me acordé de mis hermanos…

… acuérdate de mí,
que nunca me interesó
lo que a Ti te interesa,
lo que a los otros les interesa…

… acuérdate de mí,
que con el pueblo, cómplice,
sólo miraba, nada decía,
por miedo, vergüenza, desidia…

… acuérdate de mí,
que con las autoridades,
me burlaba de Aquel
que en Sí no pensaba…

… acuérdate de mí,
que con la soldadesca,
servil y obsecuente,
disimulaba mi ignorancia…

… acuérdate de mí,
que con los malhechores
blasfemaba e insultaba,
pretendiendo salvare a tu costa…

… acuérdate de mí,
que no te llamo ni Mesías,
ni el Elegido, ni rey de los judíos,
solo te digo “Jesús”, “Dios salva”…

… acuérdate de mí,
no por mí, ni por lo que hice,
sino por tu gran Amor,
por tu inmensa Misericordia…

“… ‘Jesús, acuérdate de mí
cuando vengas a establecer tu Reino’;
Él le respondió:
‘Yo te aseguro que hoy
estarás conmigo en el Paraíso’…”
(Lucas 23,42-43)

(… la “rosa sin por qué” no vive pendiente de ella, ni de cómo perdurar en la existencia, la gratuidad nada tiene que ver con la auto salvación… con el Evangelio de hoy, San Lucas 23,35-43…)