-“¿A dónde vas?…”
-“A donde me enviaron…”
-“¿A dónde te enviaron?…”
-“A donde ahora estoy…”
… fue la pregunta de ayer,
es la pregunta de hoy y de siempre,
formulada en tu interior…
… “¿adónde voy, adónde?”…
… algunos se precian de enviar a otros,
no a sí mismos, para aquí o para allá,
y, sin embargo, no vas ninguna parte,
cuando ya has respondido con totalidad…
… a ninguna parte que no sea
la descubierta en tu interior,
ahí, bien hondo en el corazón,
lugar y centro misterioso del amor…
… no, no te vas nunca de ese “centro”
cuando descubriste ese paraje verdadero,
el “monasterio” que carece de supuestas ruedas,
que sólo está «quieto» en el amor de Dios…
… y sólo se escucha el “envío”
a servir a los hermanos,
después de haber respondido
a la invitación de “¡ven Conmigo!”…
… las ambiciones descentradas
multiplican las inquietudes
y desafían la paz que desciende de lo alto
y que te lleva más allá de inquietudes y zozobras…
… no, no, amigo, no, amiga,
no “te vas” si permaneces
en el Corazón del Señor
que es, desde luego, tu Corazón…
… por más que ensayes mil cálculos
y doscientos mil proyectos,
estarás siempre “quieto” en ese Corazón,
descansando, sirviendo y amando…
… ¿dónde están los cambios?…
… recibe en tu interior la Única visita,
y deja que su Presencia
te eleve más allá de lo que sabes…
… entonces nada ni nadie
podrá jamás apartarte de ese Centro
en el que ya habitas en modo inalienable…
… que no hay palabras…
“… Jesús llamó a los Doce
y los envió de dos en dos…” (Marcos 6,7a)
(… la “rosa sin porqué” es enviada a llevar alegría y esperanza porque permanece habitando siempre en la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,7-13…)