Vives en un mundo que nada sabe de esperas

… vives en un mundo que nada sabe de esperas… no sabe esperar al que llega y, lo más grave, es que no sabe que el que llega es “otro” que lo espera… no sabe esperarlo, cuando en el alocado ritmo que lo tiene acelerado no para ni un minuto para no ver un rostro cansado… no sabe esperarlo, cuando busca ser primero en privilegios, atenciones y cuidados… cuando puesto en el centro no le importa el que llega, para salir a encontrarlo… cuando no da tiempo si quiera para que diga cómo, por qué o de dónde ha salido a buscarlo y, enseguida, reclama que comience a escucharlo… no lo espera, cuando no acepta un ritmo distinto al que el mismo marca… cuando nada se prepara y se hace todo improvisado… cuando está inquieto por mil cosas “importantes”, y la importancia del otro queda siempre hecha a un lado… cuando los labios no dan una sonrisa mientras tiende la mano y, así, más que solo, queda desolado… el mundo necesita aprender de los pobres, ellos saben esperar… la pobreza del mundo es creer que todo lo tiene, cuando lo que más necesita no sabe cómo nombrarlo… y lo que en verdad no sabe el mundo es que le bastaría saberse pobre para empezar a desearlo… la “rosa sin porqué” sabe esperar y se prepara para, cada amanecer, deslumbrar con su gratuidad… ¿tienes la sabiduría de saber esperar y prepararte para recibir al otro con alegría y largueza?, ¿vives alocado sin prepararte porque no esperas nada ni a nadie?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 24,42-51)…