Ver a tu hermano sufrir, y no hacer nada

… ver a tu hermano sufrir, y no hacer nada… ver sus lágrimas abrirle surcos en las mejillas, y pasar de largo… ver su esperanza y sus sueños truncados, y mirar para otro lado… verlo encaminarse al cementerio, y no intentar darle una mano… ¿es posible tanta indiferencia?, ¿es posible ser tan ajeno y estar tan distante?… tristemente, si es posible… ¿no te das cuenta o no quieres darte cuenta o no quieres involucrarte y cargarte de problemas?… es muy posible que surjan límites donde no suponías, y es muy posible también que esas fronteras aparezcan porque tu temor o tu indecisión las diseñan… la “asfixia” provocada por tu egoísmo ha de ser superada siempre con gratuidad… el veneno de la mezquindad paraliza tu corazón para amar, y la mediocridad se expande relativizando todo… restringes tus decisiones y acciones a tus estados anímicos… por todo esto es necesario que escuches a quien te invita, y te ordena, a que te levantes… ¡levántate!… tu corazón está hecho para amar y soñar, tus manos para ayudar y rezar, tus brazos para abrazar y trabajar, tu pies para caminar y correr… ¡estás invitado a la vida!, ¡levántate!… la #rosasinporqué todas las mañana se levanta radiante y hermosa, la gratuidad cada día la invita a la vida… ¿pasas de largo ante el sufrimiento o necesidad de tus hermanos?, ¿te levantas cada mañana con ganas de vivir?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 7,11-17)…